Cambio en construcción

La idea era sembrar luz mientras nos preparábamos para ampliar las grietas a martillazos.

Ahora, ya está todo quebrado. La luz tiene todo el lugar que podría necesitar. Sólo que no está del todo madura.

Entonces, ¿seguimos martillando?

¿O intensificamos las siembras y empezamos desde ya a cosechar algunos brotes, de estos bien nutritivos?

Los golpes fuertes nunca fueron lo mío, es cierto. Con lo cual nadie se sorprenderá si prefiero soltar el martillo. Es que ya fueron muchos golpes en poco tiempo. Me quedé sin fuerzas para el rechazo, el repudio, el hartazgo, la angustia, el basta ya.

Lo que sí tengo hoy es espacio tiempo, que me brinda libertad interior, una libertad que resulta ser creativa. Y si me pasa esto a mí, es que seguramente le estará pasando también a otras personas. Y como las personas conforman sistemas, resulta lógico que les suceda lo mismo a los sistemas sociales alrededor del mundo, ¿no?

Así como voy alimentando mis procesos creativos con lo que tengo a mano -- los ingredientes de la alacena, la tierra del jardín, mis conexiones humanas -- el sistema está siendo forzado a crear, a innovar. Y para innovar, va a mirar los recursos que tiene a mano.

Es otra forma de citar a Naomi Klein citando a Milton Friedman. Que en tiempo de crisis las acciones tomadas dependen de las ideas dando vuelta en ese momento. El sistema se va a armar algo con lo que hay. Y lo que hay, claro, es Vaca Muerta, son los monocultivos, es la megaminería, es el capitalismo salvaje. Pero también están presentes brotes de esperanza, de luz, de abundancia y de amor. La agroecología, la permacultura, la economía solidaria, el cooperativismo. No tendrán el mismo peso, ¡pero están!

Están. El mundo mejor que todes soñamos ya existe, en distintas manifestaciones, en las ciudades como en el campo, en el sur como en el norte. Soluciones originales y únicas a realidades locales diversas.

No quiero decir que ya no hace falta gritar que ¡no! a todo lo que está mal. Pero hay que reconocer que el gobierno hoy está en modo emergencia, lo cual quizás llame a un activismo distinto. A un activismo más positivo, o por lo menos más equilibrado. Que en vez de sólo denunciar y rechazar y repudiar, también grite que ¡sí! a un mundo mejor. Que proponga y ofrezca y construya.

Quizás yo esté totalmente desconectado de la realidad, no descarto la posibilidad. Pero hoy me estoy imaginando un poder estatal sobrepasado, fuera de eje. Me lo imagino mucho más abierto a estudiar nuevas formas de hacer las cosas. Y al mismo tiempo completamente indiferente a cualquier reclamo que no esté estrictamente ligado a la crisis actual, que concentra todos los recursos y todas las cabezas.

También me imagino una población general en plena transformación. La primera semana habrá sido uno locura pasajera. Pero después de la segunda, tercera, cuarta semana de tener más tiempo que nunca con une misme, en muchas personas se van abriendo nuevos espacios.

Con todas las fronteras del mundo cerradas, la economía global colapsada, la tasa de desempleo disparándose... ¿cuánto más receptivo al tema de la soberanía alimentaria, por ejemplo, puedo estar el gobierno hoy en comparación con dos meses atrás? Se me ocurre que mucho más, ¿no? Ni hablar de toda la gente que se dio un susto con el fantasma del desabastecimiento.

En el Reino Unido ya están planificando una gran campaña llamando a sus ciudadanes a ir a trabajar en el campo, viendo que no podrán llegar como siempre les trabajadores migrantes que solían hacer ese trabajo. Sea como sea, el velo se está levantando y nuestras fragilidades se están dejando ver. Seguro que Inglaterra no pasará a un modelo de agricultura regenerativa ya mismo este año. Pero muchas personas se van a ver forzadas a reconectar con la fuente de sus alimentos, y esto ya es un paso en la buena dirección. ¿Qué podríamos proponer, ante un llamado similar, para guiar la transición hacia una cultura local regenerativa?

No es nada fácil resistirle al cinismo. A pensar que pase lo que pase, el capital va a salirse con la suya. Sabemos lo resiliente que es, ya se supo adaptar a todas. Y justamente. Sólo con repudio, sin presentar alternativas fuertes, se va a seguir adaptando. Se va a quedar con la corona.

En cambio, si nos enfocamos en construir. En fortalecer. En amplificar todos los experimentos de luz que ya existen y ya funcionan. ¿Que puede pasar?

Pienso que hay que animarse a salir de la postura puramente opositora. A empezar a darle voz cuerpo y alma a ese mundo que queremos. A prestarles nuestras energías y plataformas a aquellas personas que ya están haciendo el trabajo del Mañana, con valores de comunitarismo, de generosidad, de bondad y de amor.

Las calles están abiertas. La gente está mal. El futuro inseguro. Hay lugar para más experimentos. No sé.

Sólo sé que no tengo tantas fuerzas para el combate ya. Quiero ya empezar a vivir en el mundo que sueño. Hacer que mi barrio, mi cuadra, mi casa sea más resiliente. Trabajar donde estoy para empezar a darle vida a la alternativa, para que salga del mundo de las ideas y así cobre más fuerza. Y desde ese lugar, desde lo vivido, mostrar que se puede. Que es tanto mejor así. Con más conexión, más confianza. Trabajo local elevado a la conciencia global.

Reconectar con toda la vida que me rodea y que me habita. A eso me está llevando la presente crisis. Esto incluye las lombrices y las mariposas y los pájaros, claro, pero también mis vecines, los negocios del barrio, los sistemas comunitarios y de gobierno local, los edificios, todo. Sin olvidar mis propias fuerzas vitales, el aire que respiro, toda mi biología. A cada une nos toca estar encerrades en condiciones distintas, con diferentes herramientas y posibilidades de acción. Pero posibilidades de acción hay siempre, no importa las circunstancias. Que sea iniciarse en alguna práctica meditativa, sembrar acelga, ayudar a una vecina más vulnerable u organizar un grupo comunitario. Simplemente hay que buscar crear más conexión, regenerar más vida, construir. Y regalarle al mundo siempre más inspiración.