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  • Writer's pictureJeremie Yared

Camino a la regeneración y XR

Diez, cincuenta, cien años? Dos, cinco, siete grados? O será que de todos modos ya hemos pasado el punto de no retorno?

Ahí no hay consenso. Y quizás no lleguemos a tenerlo antes de que sea muy tarde. Pero… de verdad importa? Porque si lo que buscamos es consenso científico, consenso hay: siguiendo con nuestro modelo extractivista actual sin ningún cambio, el colapso está asegurado, y la extinción de la especie humana, entre tantas otras, una probabilidad demasiado real.

Partiendo de esta base, seguir gastando energías y potencial humano en determinar si tenemos hasta el 2030, el 2050 o el 2100 parece casi… infantil, no?

Y sin embargo, por desgastante que fuera, no podemos faltar al juego político. Porque por naturaleza nuestros gobiernos tienen una aversión pueril al cambio, y si queremos que nos escuchen es imprescindible poder comunicar en su idioma.

Hacia afuera, entonces, nos toca emprender un trabajo fisíco, mental y emocional desgastante. Poner el cuerpo y el alma frente a potenciales críticas y opresores. Dar, dar, dar.

Pero acá adentro… acá adentro nos entendemos. Transitamos el mismo duelo, sentimos el mismo dolor, compartimos visiones similares y complementarias. Y necesitamos crear espacios internos regenerativos, que nos permitan recuperar más fuerzas de las que vamos entregando al mundo exterior.

Son las dos caras de XR. Amor. Furia.

Furia contra un sistema cuyo ineluctable destino final es la sexta extinción masiva sobre la Tierra.

Amor por la oportunidad única que nos abre esta fatalidad: la de diseñar desde la base una nueva forma de civilización.

Bajo la bandera de XR, nos juntamos por repudio a un modelo cuya lógica está atentando contra la mismísima vida. Pero si logramos quedarnos, será por amor a esta vida, en todas sus manifestaciones.

Lo que tenemos es una oportunidad histórica de construir una nueva narrativa y de repensar las relaciones entre todos los seres vivos. De proponer una nueva visión del éxito anclada en principios de equilibrio y no en la idea fantasiosa del crecimiento infinito en un mundo finito. De crear nuestra utopía, sin enredarnos demasiado, sin caer en parálisis frente a la amplitud del desafío. Acá dentro, para nosotres, a nuestra pequeña escala. Retomar juntes nuestra educación. Volver a aprender a comer. A jugar, a divertirnos, a trabajar. A cuidarnos, amarnos, pelearnos, crecer, comunicar. Experimentar juntes para ir dando luz a nuestro mundo mejor.

La buena noticia es que ese mundo ya existe. Los experimentos exitosos abundan en todas partes del mundo: monedas locales, agricultura urbana y periurbana regenerativa, economía circular, nuevas visiones de la comunidad. Será sólo cuestión de ir descubriendo juntes aquellos experimentos para ponerlos en práctica y adaptarlos a nuestra realidad local.

Por un lado, entonces, nos proponemos acá hacer foco sobre el mundo maravilloso de amor y compasión que está brotando con espontaneidad y sincronicidad por todas partes, ese mundo por el cual estamos luchando. Y por el otro, esperamos propiciar un terreno fértil, seguro y espacioso para que todes les rebeldes podamos juntarnos a vivenciar estas alternativas regenerativas, creando lazos y gestando una cultura propia para escribir nuestra historia y hacer Historia.

Si logramos desde nuestro interior dar luz a una cultura que nos permita vivir plenamente nuestros valores, generando un oasis donde reponer en doble las fuerzas que nos saca la pelea con el sistema tóxico, entonces realmente seremos imparables. Desde adentro, hacia afuera. Nuestra fortaleza interna será el fuego que contagia todo lo que toca, irradiando cada vez más lejos hasta que todas las puertas se nos abran.

Rumbo a la extinción, vamos forjando el Camino a la regeneración. Con Amor y con Furia.

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